Cuando era niña, simplemente pensaba yo que
no existía la maldad, que no existía simplemente lo malo; en mi concepción
católica que me fue inculcada, sencillamente tenía la idea de que por ser todos
y todas descendientes de dios, todo estaba dicho y establecido para mí, como un
paraíso; que el mundo era orden, amor, igualdad… tenía un mundo fantástico, un
mundo que me cree yo misma sobre la base de esas tempranas creencias, como algo paradisíaco…
Conforme iba creciendo, ese “paraíso” se iba
desmoronando… se desmoronaba poco a poco al ver violencia en mi propia familia,
al escuchar noticias de violencia en la radio o imágenes en el periódico sobre
esa violencia; la televisión no existió buen tiempo en nuestra casa, así es de
que eso lo veo como ventaja, pues la mediatización no influyó gran cosa en
nuestra mente en ese tiempo.
Se nos enseñaron muchas cosas para
entretenernos, para estar ocupadas, ocupados siempre; cuando ya compraron el
aparato televisivo, no se debía perder el tiempo estando viendo televisión,
sólo uno o dos programas ya en la tarde-noche… obviamente las ocupaciones eran
diferentes entre niños y niñas, los juegos eran los mismos, el stop, califoris
(un juego de manos e interpretación), encantados, la traís; escondidillas,
cebollitas, la víbora de la mar, etc, excepto el fut bol, que sólo lo jugaban
los hombres; nos asustaban a las mujeres con que si nos atrevíamos a jugarlo,
se nos caían los ovarios con la consecuente infertilidad; para ése tiempo, una
mujer infértil era muy mal vista, y era impensable intentar siquiera culpar al
hombre sobre dicha situación de infertilidad.
Lo curioso es que a muchas niñas lo que nos
prohibían, nos llamaba más la atención y queríamos hacerlo; en la escuela como
no nos veían nuestros familiares, jugábamos juegos de hombres como el beis, el
fut. No sé si los hombres jugaban juegos de mujeres, como vestir muñecas o algo
por el estilo, je je.
En fin, fueron pasando los juegos y crecieron
las responsabilidades en la familia, la escuela, la sociedad. Tanto en la
familia como en la escuela se inculcaban valores cívicos como el respeto a
nuestros mayores, educadoras, personajes que tuvieran algún cargo en la
comunidad, etc.
Entre esos valores cívicos, se encontraban el
respeto a la patria y los símbolos que la representan; a mí en lo personal me
agradaba demostrar ese respeto, sobre todo a la patria; aunque la palabra
patria proviene de lo paterno, que es género masculino, sin embargo se le pone
al artículo la; en fin.
Tal vez el que aprendiéramos y siguiéramos
esas disposiciones, era que los maestros y maestras de la secundaria, daban
muestras de respeto, de seguridad ante lo que estaban enseñando; antes, era
imposible escuchar a alguien relacionado con la educación, estarse quejando sin
hacer nada como en la actualidad.
Eran la mayoría, maestros y maestras que
hacían de su carrera un apostolado, apostolado que les retribuía en muchos
casos, el respeto y ayuda de toda la población; y en muchas ocasiones también,
les ocasionaba el rechazo de ciertos personajes caciquiles de las comunidades
en las cuales laboraban, pues aprender, es muchas veces, sinónimo de saber cuáles
son los derechos que cada quien posee; eso, no conviene a quienes están al
frente del pueblo...
Mucho tiempo se eliminó la materia de
Civismo, lo que conllevó a una generación algo irrespetuosa, inconsciente, sin
valores hacia lo que implica pueblo, gobierno, autoridades, etcétera.
Mis pensamientos fueron cambiando...