miércoles, 10 de julio de 2013

PRIMEROS PENSAMIENTOS…


Cuando era niña, simplemente pensaba yo que no existía la maldad, que no existía simplemente lo malo; en mi concepción católica que me fue inculcada, sencillamente tenía la idea de que por ser todos y todas descendientes de dios, todo estaba dicho y establecido para mí, como un paraíso; que el mundo era orden, amor, igualdad… tenía un mundo fantástico, un mundo que me cree yo misma sobre la base de esas tempranas creencias, como algo paradisíaco
Conforme iba creciendo, ese “paraíso” se iba desmoronando… se desmoronaba poco a poco al ver violencia en mi propia familia, al escuchar noticias de violencia en la radio o imágenes en el periódico sobre esa violencia; la televisión no existió buen tiempo en nuestra casa, así es de que eso lo veo como ventaja, pues la mediatización no influyó gran cosa en nuestra mente en ese tiempo.
Se nos enseñaron muchas cosas para entretenernos, para estar ocupadas, ocupados siempre; cuando ya compraron el aparato televisivo, no se debía perder el tiempo estando viendo televisión, sólo uno o dos programas ya en la tarde-noche… obviamente las ocupaciones eran diferentes entre niños y niñas, los juegos eran los mismos, el stop, califoris (un juego de manos e interpretación), encantados, la traís; escondidillas, cebollitas, la víbora de la mar, etc, excepto el fut bol, que sólo lo jugaban los hombres; nos asustaban a las mujeres con que si nos atrevíamos a jugarlo, se nos caían los ovarios con la consecuente infertilidad; para ése tiempo, una mujer infértil era muy mal vista, y era impensable intentar siquiera culpar al hombre sobre dicha situación de infertilidad.
Lo curioso es que a muchas niñas lo que nos prohibían, nos llamaba más la atención y queríamos hacerlo; en la escuela como no nos veían nuestros familiares, jugábamos juegos de hombres como el beis, el fut. No sé si los hombres jugaban juegos de mujeres, como vestir muñecas o algo por el estilo, je je.
En fin, fueron pasando los juegos y crecieron las responsabilidades en la familia, la escuela, la sociedad. Tanto en la familia como en la escuela se inculcaban valores cívicos como el respeto a nuestros mayores, educadoras, personajes que tuvieran algún cargo en la comunidad, etc.
Entre esos valores cívicos, se encontraban el respeto a la patria y los símbolos que la representan; a mí en lo personal me agradaba demostrar ese respeto, sobre todo a la patria; aunque la palabra patria proviene de lo paterno, que es género masculino, sin embargo se le pone al artículo la; en fin.
Tal vez el que aprendiéramos y siguiéramos esas disposiciones, era que los maestros y maestras de la secundaria, daban muestras de respeto, de seguridad ante lo que estaban enseñando; antes, era imposible escuchar a alguien relacionado con la educación, estarse quejando sin hacer nada como en la actualidad.
Eran la mayoría, maestros y maestras que hacían de su carrera un apostolado, apostolado que les retribuía en muchos casos, el respeto y ayuda de toda la población; y en muchas ocasiones también, les ocasionaba el rechazo de ciertos personajes caciquiles de las comunidades en las cuales laboraban, pues aprender, es muchas veces, sinónimo de saber cuáles son los derechos que cada quien posee; eso, no conviene a quienes están al frente del pueblo...

Mucho tiempo se eliminó la materia de Civismo, lo que conllevó a una generación algo irrespetuosa, inconsciente, sin valores hacia lo que implica pueblo, gobierno, autoridades, etcétera.
Mis pensamientos fueron cambiando... 

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